Teniendo claro lo que dijimos en la primera entrada, una vez visto lo importante que es el juego para los gatos, según mi experiencia, hay varias causas de por qué un gato no juega, pudiéndose ser por una o varias a la vez. En el caso de que tu gato juegue, siempre vendrá bien conocerle un poquito más, ¡así que manos a la obra!:
Pero entonces… ¿por qué mi gato no juega?
Por norma general, no sabemos jugar con los gatos: Para jugar con un gato el “secreto” se basa en “activarlo” visual y auditivamente, para ello podemos pensar en sus presas (ratones, pájaros, lagartijas, moscas, etc.): cómo se mueven (estimulo visual à objetos pequeños que se mueven con rapidez) y qué sonidos hacen (rumor de hojas, papel que crepita, rascaso de superficie rugosa, sonidos agudos…), posteriormente intentaremos imitarlas a modo de aparecer- desaparecer.
Un gato que nos “caza” también estará jugando y dependerá de su excitación y principalmente del control que tenga de su mordida y sus uñas para no hacernos daño, de ahí la gran importancia que tiene que haya estado con sus hermanos.
No es el momento: muchas veces intentamos jugar con un gato mientras está realizando otra actividad que le es de interés, como por ejemplo dormir o simplemente mirar por una ventana… otras veces lo intentamos hacer en momentos que son inseguros o estresantes para ellos, con presencia de otros estímulos o situaciones comprometidas, por ejemplo cuando viene una visita… el gato adulto (siempre dependiendo de cada individuo), por norma general preferirá olfatear y observar al inquilino, y en todo caso acercarse cuando se sienta más seguro, pero no todos los gatos aceptarán jugar. Si un gato no quiere jugar en un momento dado le dejaremos que termine de hacer la tarea que esté haciendo o se lo ofreceremos un poco más tarde y sin presión. Normalmente suele gustarles más jugar en horas crepusculares o de menos luz.
No le gusta ese juego/juguete o le aburre: cada gato es un mundo y a cada uno le gusta un tipo de juguete, de hecho, hay gatos muy selectivos. Prueba a conocer que le gusta a tu gato (en la próxima entrada describimos la mayoría de los juguetes que se pueden encontrar en el mercado y cómo manejarlos).
Si al gato sólo le ofrecemos un tipo de juguete que no le llama la atención, el resultado que obtendremos será continuamente ser ignorados. Cada gato tiene uno o varios juguetes favoritos, algunos con los que juega de vez en cuando y otros que no hará ni caso salvo alguna excepción (más por curiosidad que para jugar), por ello, si no hemos acertado a la primera con un juguete, habrá que seguir probando y cuantos más mejor (no es necesario gastarse una pasta, lo haremos en la medida de nuestras posibilidades), le conoceremos más y será más fácil que juegue con nosotros al tener varias opciones, ya que si en un momento dado no quiere jugar con un juguete, probaremos con otro, y en ocasiones será él mismo el que nos hará saber con qué quiere jugar. Será bueno también hacer una rotación de juguetes para que no sean siempre los mismos y por norma general estarán recogidos cuando no los estemos usando.
Gato exigente: hay gatos que “entran al trapo” con cualquier cosa y hay gatos que tienen una marcada preferencia por jugar en un sitio, de una determinada forma, con un determinado tipo de juguete, y llegando incluso a ser un tipo de juego ritualizado, entre ambos extremos la mayoría de los gatos tienen diferentes preferencias y gustos en cuanto a juguetes y sitios.
El extremo de la ritualización tampoco será bueno que se dé siempre, hay que intentar variar, sin embargo, según mi experiencia, llegar a eso es más bien una evolución de humano y gato juntos, un momento de compenetración en el que ambos saben lo que uno espera del otro y de qué forma, el propio gato será el que pida con miradas, provocaciones y maullidos jugar en ese sitio, él sabrá cómo hacerlo para llamar nuestra atención de la manera más simpática posible.
Ésta evolución comienza por saber cuál es el juguete favorito del gato, y a medida que se juega, se observa que hay sitios donde le gusta más jugar y también de una forma determinada, digamos que es un “acierto-error”, si “acertamos” el gato jugará entusiasmado, si “erramos” el gato no prestará atención ¡A veces saber llamar la atención de un gato para jugar con él es un reto!
Si hay más miembros en la casa o hay ocasión de que el gato pueda jugar con más gente será positivo, llegando incluso a jugar con cada persona de una forma distinta.
Enfermedad: un gato enfermo no juega… dependiendo de la causa tendrá un comportamiento apático, dejará de comer, aumentara las horas de estar tumbado o durmiendo, puede que maúlle, y en caso de moverse será más bien un comportamiento errático o ansioso. La ausencia de juego o respuesta a los estímulos es uno de los primeros signos que nos alertará y que notaremos en nuestro gato, sobre todo si estamos acostumbrados a jugar con él de manera rutinaria y conocemos su comportamiento, es de las primeras alarmas que nos saltan, incluso en la forma de jugar, por ej un gato que juegue normal, si un día le duele una patita el gato rechazará saltar, cojeará al correr, ect. cosa que a lo mejor podría pasarnos desapercibida.
La obesidad
Un gato con este problema no es gracioso, ni simpático, ni adorable; es triste, pierde su esencia y belleza felina interior y exterior, un gato es un gran felino en miniatura, no debemos subestimar ni destruir su esencia libre y elegante, sino apreciarlo y respetarle. Él nos sorprenderá con su carácter curioso, divertido y en ocasiones “chinche”, con sus movimientos rápidos y precisos, con sus acercamientos tiernos y cariñosos, con sus confortantes ronroneos y con su mirada penetrante, aún y por siempre indomesticable.
Un gato con éste problema no se encuentra bien, no es su naturaleza, se cansa antes, se ve limitado en sus movimientos, le afecta más el calor, sus patas y su sistema cardiovascular sufren, no es feliz… o no lo es todo lo que podría, y todo ello le lleva a un círculo viciosos que le hace moverse menos aún y seguir engordando, haciéndolo más susceptible a otras patologías, así como a una situación de mayor ansiedad y estrés por falta de movimiento que en ocasiones le llevará incluso a comer más.
En caso de tener un gatito obeso acudiremos a nuestro veterinario de confianza para que le haga una revisión y compruebe en qué grado está. En caso de tener una enfermedad, que sea diagnosticado, y en caso de no presentarla, averiguar qué lo provoca, el veterinario deberá aconsejarnos sobre las pautas en alimentación que deberá seguir así como las recomendaciones de manejo. En el caso de no presentar ninguna patología limitante, o a menos que el veterinario nos lo indique específicamente, el movimiento y el juego estarán encarecidamente recomendados.
Esperamos que ésta entrada os haya sido útil, ya que hemos dado respuesta a algunos puntos clave prácticos en cuanto al juego en los gatos, próximamente os hablaremos sobre los tipos de juguetes que pueden encontrarse y cómo usarlos ¡un abrazo!
0 comentarios