Hoy queremos presentaros a Sakura, una perrita mestiza de apenas 6 meses de edad.
A pesar de su tamaño y de lo cariñosa que es, no para quieta, es un torbellino y tanto en casa como en la calle suele ir cogiendo todo lo que pilla a su alcance.
Hoy ha venido a la clínica veterinaria porque está algo más decaída y no ha querido comer. Aunque, ¡quién lo diría!, porque no para quieta ni un segundo, todo el rato quiere darnos besos.
Aparentemente en casa estaba contenta, ladrando y no mostraba signos de dolor. Pero con lo comilona que es ella, el hecho de que no haya querido comer ha hecho saltar todas las alarmas de su dueña. Además cuando la han sacado a pasear, las heces eran muy líquidas y de un color anormal, con un tono rojizo muy sospechoso.
Viendo esta situación, su propietaria no ha querido esperar y nos la ha traído rápidamente para que le echáramos un vistazo porque sabía que estábamos abiertos a pesar de ser un día festivo.
Nada más entrar a la clínica ha tenido que saludar a todos los perritos que había en la sala de espera; y como ella es muy cotilla, también ha ido a visitar a uno que estaba hospitalizado. Si es que es un bichillo!
En la exploración todo parecía estar bien, aunque estaba un poquitín deshidratada y tenía un poco de dolor en la tripa, aunque no es de extrañar, porque sólo pesa 2,5 kgs y con la diarrea que tenía, pues es normal que haya perdido líquidos.
Pero como tenía ese dolor, le hemos propuesto a su dueña hacerle una radiografía de abdomen a Sakura, dados sus antecedentes, para descartar que no se hubiera comido nada que le pudiera ocasionar más daños o que le obstruyera el paso por el intestino. Y así hemos hecho.
La auxiliar y yo, la veterinaria, nos pusimos las protecciones de plomo del cuerpo y del cuello y con paciencia la sujetamos para hacerle la foto. Y ¡menuda sorpresa nos hemos llevado!! En la zona donde se localiza la salida del estómago había nada más y nada menos que un cuerpo extraño de más de 1 cm de ancho, con forma rectangular, puntiagudo y con un aspecto como si estuviera hecho de hueso o de metal. Además, todo el intestino delgado estaba vacío, si contenido, porque este objeto impedía el paso de comida alguna, sólo líquidos, y por eso las heces eran tan diarreicas.
– ¡¡¡Pero cómo es posible que te hayas comido esto, Sakura!!! – ella no entendía nada y nos miraba con ojos inocentes.
Estábamos desoladas, porque con ese tipo de objeto en el estómago no había otra opción que operarla mediante gastrotomía, dado que hacerla vomitar era muy arriesgado puesto que podía rasgar o romper el esófago por dentro o podía quedarse atascado en el esófago teniendo que realizar entonces una cirugía cirugía mucho más complicada para sacarla.
Así se lo explicamos a su propietaria, que no se explicaba dónde o cuándo podía haber cogido aquello. – ¡Un bozal te vamos a comprar! – Sí, es lo que ella necesita porque aún es pequeña para resistir la tentación a coger todo por curiosidad.
Sorprendentemente, Sakura es una perra muy fuerte y sus analíticas preoperatorias estaban estupendas, así que tras una hora recibiendo fluidoterapia y medicación antibiótica, protector gastrointestinal y un antiemético para que no vomitara, procedimos a sedarla.
La cirugía transcurrió muy rápidamente. Le sacamos una pieza metálica de un mechero que estaba muy oxidada y de la que colgaba un hilo largo de unos 10 cms. Tras 40 minutos anestesiada, la pasamos a la jaula de recuperación anestésica en la hospitalización para ponerle calor y que recuperara temperatura.
Se despertó muy tranquilamente y al cabo de 20 minutos ya estaba como si nada. El collar isabelino que le pusimos para evitar que se lamiera la herida o se mordiera la vía con el suero no le gustaba mucho, pero rápidamente se convenció de que no podría quitárselos y se quedó tranquila.
A las 4 h de la intervención y dado que no tenía dolor ni fiebre, le ofrecimos agua. Y vaya que si bebió. Tenía muchísima sed a pesar de todo el suero que estaba recibiendo. Le dimos apenas un culín de agua del cuenco y se lo tomó todo en cuatro lametazos. Como tenía mucha ansia, decidimos esperar una hora más para volver a darle y valorar si vomitaba.
Como estaba tan bien, por la noche se fue a casa. Y hasta ahora las revisiones van fenomenal. Está comiendo y muy contenta. A pesar de sus 6 meses, se ha recuperado como una campeona. Así que ya sabéis mucho cuidado con nuestros animales, que son muy revoltosos y luego pasan estas cosas.
Seguiremos escribiendo, esperamos que haya gustado, nos encanta las historias que acaban tan bien. Un abrazo para todos los que nos seguís y nos leéis desde CV MEDICAN.
0 comentarios