Hoy os traemos el caso completo de Luka, una perrita que vino a la clínica por culpa de su apetito. Tras analizar y realizar las pruebas pertinentes vimos que se había comido algo fuera de su «dieta»:
Resulta que en un despiste se comió unos huesos de pollo, (parece mentira pero a veces las mascotas nos sorprenden con la rapidez para armar líos).
Los huesos de pollo se astillan y se clavan en el estómago o el intestino. Produciendo perforación gástrica y/o intestinal, peritonitis y en el peor de los casos, la muerte. Por ello es fundamental que ante esa situación, los huesos sean extraidos quirúrgicamente.
Tras la operación Luka se encuentra fenomenal y las 48 h está muy recuperado y haciendo vida normal.
Para evitar este tipo de situación estad pendientes de lo que comen y si hace falta sacadles con bozal si no hay otra manera. Pero más vale prevenir que curar. Afortunadamente el caso de Luka ha acabado bien, pero mejor evitar situaciones similares.
Un abrazo para todos l@s que nos siguen, esperamos que os haya gustado.
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