Hoy vamos a hablar sobre la leishmaniasis en perros. Se trata de una enfermedad endémica en nuestro país, producida por el parásito Leishmania infantum. Afecta principalmente al perro, aunque puede producir enfermedad también en gatos y el ser humano.
¿Quien transmite la leishmaniasis al perro?
Comúnmente, la leishmaniasis se conoce como la enfermedad del mosquito, ya que la transmiten unos insectos similares a los mosquitos, pero con hábitos y comportamiento algo distintos. Estos insectos son los flebótomos, insectos voladores, de menos de medio centímetro de tamaño que se reproducen cuando la temperatura oscila los 20ºC y cuya actividad se centra entre el atardecer y el amanecer. Las especies principales en España son Phlebotomus papatasi y Phlebotomus ariasi. A diferencia de los mosquitos, presentan un aparato bucal cortador-chupador, por lo que no pican, si no que producen un pequeño corte en la piel del animal, de donde sale una pequeña cantidad de sangre de la que se alimentan. Al alimentarse, depositan saliva que contiene parásitos. Solamente las hembras se alimentan de sangre, y lo hacen en época de cría, para poner huevos. Las hembras fuera de época de cría y los machos, en cambio, se alimentan de materia orgánica y azúcares vegetales. La puesta de huevos no tiene lugar en zonas acuáticas –a diferencia de lo que ocurre con los mosquitos- sino con determinadas condiciones de oscuridad, temperatura, materia orgánica y humedad (madrigueras, gallineros, bajo piedras, hendiduras de construcciones, establos, vertederos, huecos de árboles leñosos, etc.) de la que se alimenten las larvas al eclosionar.
También se ha demostrado la transmisión de la enfermedad mediante transfusión de sangre, de la madre a sus hijos y la transmisión sexual. La transmisión entre perros por mordedura, no se ha podido comprobar.
Contagio y síntomas de la leishmaniasis canina
Cuando Leishmania entra en contacto con el huésped, las células defensivas del animal – conocidas como macrófagos- reaccionan y acuden al punto de entrada con el fin de destruirlo. Sin embargo, el parásito se reproduce dentro de éstas células, por lo que la acción defensiva no suele ser suficiente. El parásito se reproduce dentro de los macrófagos hasta que se rompen y entonces migra hacia los órganos internos del animal.
La sintomatología producida por este parásito es extremadamente variable. Podemos observar desde signos cutáneos hasta problemas renales, pasando por problemas oculares. Esto se debe a que la enfermedad pasa por varias etapas. En un primer momento, el parásito se reproduce en la piel, ya que es el punto donde el flebotomo lo inocula. Más adelante, si el sistema inmune del perro no es capaz de detener al parásito, éste comienza a reproducirse en órganos internos, produciendo lesiones variables. Los problemas causados se deben a los inmunocomplejos que forman los antígenos del parásito y los anticuerpos del huésped, que se depositan en riñones, ojos, articulaciones, etc.
Entre los signos más frecuentes que podemos observar en los perros, encontramos: descamación en la piel (caspa), crecimiento exagerado de las uñas, lesiones en las almohadillas, heridas en la punta de las orejas (vasculitis), lesiones en la trufa, adelgazamiento sin pérdida de apetito, aumento del consumo de agua y producción de orina excesiva. Además, durante la exploración física es habitual encontrar aumento de tamaño de los ganglios linfáticos accesibles.
Medidas para combatir la leishmaniasis en perros
En nuestro país, igual que en todo el sur de Europa, la leishmaniasis es endémica, llegando a afectar hasta el 75% de las poblaciones expuestas. De los animales que contactan con el parásito, hasta un 15% aproximadamente será capaz de controlar la parasitosis sin enfermar, el resto mostrará signos. Además, se trata de una zoonosis, es decir, es una enfermedad que puede afectar a los seres humanos. En España, los flebótomos raramente se alimentan de sangre humana, pero se documentan alrededor de 100 casos al año de Leishmaniasis en personas. Por todo ello, resulta de vital importancia implantar medidas de prevención y control. Actualmente, existen numerosas medidas posibles frente a la enfermedad, entre las que destacamos:
- Repelentes: Collar a base de deltametrina (Scalibur®), pipetas Spot-on con permetrina sola (Ex-spot®) o combinada con imidacloprid (Advantix®). El primero protege frente a flebotomos a partir de una semana después de su colocación, durante 6 meses. Las pipetas presentan una protección más corta, durante 3-4 semanas.
- Leishguard®: jarabe que se administra durante 1 mes, cada 4 meses. Estimula la respuesta inmune del perro, y sirve tanto en la prevención como en el tratamiento de la enfermedad, sin interferir en las pruebas diagnósticas.
- Canileish®: la vacuna frente a la leishmaniasis. Sus efectos secundarios son mucho mayores que los métodos anteriores y no presenta ninguna ventaja aplicada sola (sin combinación con repelentes).
Otro punto importante en la lucha frente a la leishmaniasis es su diagnóstico, ya que cuando se realiza de forma precoz aumenta la supervivencia del animal. Cuando existe sospecha de infección, o bien de rutina como medida preventiva, existen varios métodos de detección de Leishmania. Por un lado, existen test rápidos, que nos dan un valor positivo o negativo. En caso de obtenerse un valor positivo, debe analizarse sangre en el laboratorio para establecer el grado de enfermedad, y con ello la gravedad, el pronóstico y el tratamiento.
Fármacos contra la leishmaniasis
Debemos tener claro que en el momento en que un flebotomo infectado pica a un perro y le transmite el parásito, éste perro convivirá con Leishmania de por vida; es decir, no existe la curación. El objetivo del tratamiento consiste en mantener controlada la parasitosis y evitar las lesiones producidas por los inmunocomplejos que se depositan en el organismo. De ahí, la importancia de los controles periódicos y el uso de repelentes. El tratamiento aplicado dependerá del estadio de la enfermedad, que se establece en función de los signos clínicos, los valores renales (urea y creatinina, que nos dan idea de la funcionalidad renal) y el proteinograma. Los fármacos que se emplean más frecuentemente son los siguientes:
- Antimoniato de Meglumina: fármaco leishmanicida, es decir, produce la muerte del parásito. Existen distintos protocolos de aplicación, en los que varía el tiempo de aplicación, el tiempo de descanso y la dosis.
- Anfotericina B: antifúngico con efecto sobre algunos parásitos como Leishmania. Bastante tóxico a nivel renal, por lo que se limita su uso a casos en los que no se puede aplicar el fármaco anterior.
- Miltefosina: antineoplásico con propiedades antiprotozoarias. Se da durante 28 días, combinado con el fármaco siguiente. No se han descrito efectos secundarios graves.
- Alopurinol: fármaco leishmaniostático, no destruye parásitos, pero detiene su evolución. Sus efectos secundarios son mínimos. También se combina frecuentemente con antimoniato de meglumina.
Para terminar, queremos insistir en la importancia de un diagnóstico precoz y una prevención eficaz, ya que de lo contrario las consecuencias pueden llegar a ser fatales.
Es muy importante destacar que como consecuencia de la subida de las temperaturas, las medidas de prevención y screening de detección son necesarias durante todo el año, a diferencia de años atrás donde se consideraba que la leishmania era una enfermedad estacional relacionada con el alto grado de humedad y calor. Si quieres saber más, puedes informarte de nuestra campaña de prevención y detección de leishmania (También conocida como leishmaniosis) que tenemos para ti en CV MEDICAN en nuestra sección de campañas o pinchando aquí. Recuerda, ante cualquier problema de salud de tu mascota acude a tu centro veterinario.
0 comentarios